Lesiones del ligamento cruzado anterior

Las lesiones del ligamento cruzado anterior, o LCA, están entre los tipos de lesiones más comunes que afectan a los atletas de hoy en día, donde se producen millones de lesiones de LCA cada año. Las lesiones del LCA suelen ser causadas por un impacto o un cambio repentino de posición; el 70 por ciento de las lesiones del LCA en los atletas se producen por movimientos repentinos, como pivotar, cortar, esquivar, jugar fuera de control o aterrizar de forma incómoda, mientras que alrededor del 30 por ciento de las lesiones del LCA se producen por el contacto con otros jugadores.

En el caso de una lesión grave del LCA, generalmente se requiere una cirugía para restaurar la función de la rodilla y para que el atleta pueda volver a jugar. Si bien se puede funcionar con un LCA desgarrado en las actividades diarias, esto impedirá que el atleta se desempeñe a su nivel anterior y también es un riesgo para otras lesiones.

Los objetivos generales de la rehabilitación de un LCA lesionado son los siguientes:

Recuperar la estabilidad de la rodilla
Mejorar la fuerza muscular
Mejorar la función
Disminuir el riesgo de volver a lesionarse

ETAPA AGUDA

En esta etapa de la lesión, ya sea que se considere la cirugía o no, la fisioterapia se centra en reducir la inflamación y el dolor y en recuperar la amplitud de movimiento funcional (ROM), la fuerza y la estabilidad de la rodilla.

Para reducir la hinchazón y la inflamación, se siguen los principios de PRICE: Proteger, Descansar, Hielo, Comprimir y Elevar. Modalidades como el ultrasonido y la corriente interferencial (IFC) también pueden ayudar a reducir el dolor y la hinchazón de la rodilla. Para mantener la estabilidad y proteger la rodilla en esta etapa, se utilizan cintas adhesivas y/o aparatos ortopédicos.

Los ejercicios de ROM incluyen movimientos simples de flexión/extensión de la rodilla hasta el rango tolerable limitado por el dolor, y movimientos suaves (como patadas lentas y movimientos de ciclismo). El fortalecimiento debe centrarse en los movimientos isométricos o de cadena cinética cerrada de extensión (enderezar la rodilla) para evitar una mayor lesión del LCA. Estos incluyen la elevación de la pierna estirada y el empuje de la parte posterior de la rodilla hacia abajo en la cama con la rodilla recta. El fortalecimiento de la flexión de la rodilla (flexión de la rodilla) puede realizarse con una persona acostada boca abajo y doblando la rodilla en esa posición.

ANTES DE LA CIRUGÍA

La preparación para la cirugía es una etapa que se basa en los protocolos de la etapa aguda. Estos incluyen continuar reduciendo el dolor y la inflamación de la rodilla y progresar con los ejercicios que se introdujeron inicialmente para continuar mejorando el rango de movimiento y la fuerza en la rodilla. Se debe obtener la mayor funcionalidad posible antes de la cirugía para acelerar el tiempo de recuperación. Antes de la cirugía, la rodilla debe tener poca o ninguna hinchazón, una gama completa de movimientos y un patrón de marcha normal (o casi normal).

En esta etapa, también se impone la preparación mental para la cirugía, incluida la educación sobre lo que se puede esperar después de la cirugía y el proceso de recuperación. También se introducen estrategias para ayudar a manejar la fase inmediatamente posterior a la cirugía, como por ejemplo, cómo usar muletas y cómo subir y bajar escaleras con ellas.

Post-operatorio

Diferentes cirujanos tienen diferentes protocolos en cuanto a cómo progresar en los ejercicios y la carga después de una cirugía. El siguiente es uno de los protocolos sobre el proceso de recuperación después de la cirugía:

Semana 1:

Los principios de RICE se aplican para reducir la hinchazón y la inflamación. Los aparatos ortopédicos y las muletas son obligatorios en esta etapa. El objetivo de la primera semana es lograr la extensión total y 70 grados de flexión. También se realizan ejercicios de fortalecimiento para el cuádriceps, los tendones de la corva y los músculos gastrocnemio (pantorrilla).

Semana 3-4:

Con la mejora de la fuerza y el alcance, se progresa en el uso de muletas, aprendiendo primero a usar una sola muleta. Los ejercicios de fortalecimiento continúan enfocándose en la cadena cinética cerrada y los ejercicios isométricos. A menudo se utiliza una bicicleta estacionaria para ayudar a mejorar el rango de movimiento de la rodilla, con el objetivo de poder completar una rotación (requiere al menos 90 grados de flexión de la rodilla).

Semana 5:

La progresión de los ejercicios continúa en función de la cantidad de dolor e hinchazón en la rodilla. En esta etapa, el uso de la rodillera se reduce gradualmente. Los ejercicios de equilibrio y propiocepción pueden comenzar si la fuerza es buena y el dolor se reduce lo suficiente. Pueden comenzar ejercicios de fortalecimiento más complejos e intensivos.

Semana 10:

Se introducen ejercicios dinámicos, como movimientos hacia atrás y laterales. El entrenamiento isocinético, como andar en bicicleta fija y caminar en cintas de correr, puede comenzar en serio.

Mes 3:

Los ejercicios funcionales como correr y saltar se introducen a los 3 meses. Se continúa trabajando en la agilidad, la propiocepción y el equilibrio.

Mes 4-5 y más allá:

Para que se produzca el retorno a la plena función, hay que seguir mejorando la resistencia de la rodilla, y fortalecer los estabilizadores de la rodilla. Se pueden introducir ejercicios funcionales, algunos de los cuales pueden ser deportivos. Estos podrían incluir técnicas específicas de trabajo de pies, ejercicios de aceleración/desaceleración repentina y maniobras de carrera y corte. Las visitas de seguimiento con el fisioterapeuta deben realizarse con regularidad para seguir progresando en los ejercicios hasta que el atleta esté en pleno funcionamiento.

Contacte a Miguel Peña, uno de los mejores fisioterapeutas de Granada, si tiene alguna pregunta adicional sobre cómo recuperarse de una lesión del LCA.

Miguel Peña | Fisioterapia y Osteopatía Granada

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